miércoles, 25 de marzo de 2009

El ocaso


El volvía a casa. Estaba cansado, recién salía de la facultad y la tarde estaba en su apogeo. El sol se alzaba en su brillo máximo y se reflejaba en las aguas inquietas del Paraná. No tenía ganas de comer chipá, pero si se tomaba una pequeña gaseosa de limalimón, mientras en sus auriculares sonaba música estruendosa, punk rock de los '70, el mas genuino.
La costanera solía ser, en esas tardes, su recorrido predilecto. Estaba solo, caminaba solo. Observaba en cada ocasión a las hermosas mujeres que circulaban de un lado o del otro de la acera. Nada lo sorprendía, nada llamaba su atención.
En el medio del recorrido, decidió arrimarse a la costa, en las denominadas "puntas", en donde la belleza del agua y el horizonte se pueden apreciar mucho mejor. Su botella iba por la mitad, y las canciones ya lo aburrían. Prefirió el canto de los pájaros, el griterio de los niños y el ruido de la ciudad.
Se sentó en un banquito de cemento, trataba de reflexionar, pero...pero no podía. Un perfume de rosas, muy rico, invadía su olfato y llamaba su atención. El viento se encargaba de acercárcelo desde el otro extremo de la "Punta sin Nombre", no podía ignorarlo, lo acaparaba en su totalidad.
De repente, su vista creyó ver algo...una mujer sentada con los codos sobre las rodillas y las manos sobre su cara. Estaba llorando. La dramática escena resaltaba del contexto, cálido y abrazador. El decidió acercarse. Era un placer seguir a esa eminicencia de perfume que lo guiaba a la calidez de una mujer frágil...que por alguien como él, derramaba lágrimas.
Se sentó a su lado, y ella con verguenza lo miró secándose las lágrimas. Le pidió que la dejara sola. El sabía que no podía dejarla, algo le decía que debía quedarse allí. Su rostro era precioso, una verdadera obra de arte, su cabello ondulado se amacaba sobre el mismo al compás del viento. Y a pesar de que ella se sentía mal y lo había rechazado, a él le gustó lo que veía, le gustó lo que en ese momento... sintió.
Ella volvió a pedirle que se vaya, pero el insistió. Le preguntó que le pasaba, y ella le dijo que alguien jugó con su corazón, que no quería saber nada de nada con los hombres, que no quería ver a ninguno. El entendió, y se dió la vuelta. Camino unos pasos, y ella gritó pidiendole que se detenga. El giró acudiendo a su llamado y ella, sorpresivamente lo abrazó. Sus cuerpos, por unos segundos...se fundieron, y el constató la desazón, el dolor de la chica, que en ese momento humedecía con lágrimas el pecho de su remera.
El momento que vivió causó una gran emoción.El pudo sentir que alguien lo necesitaba. Y ella, pudo sentirse protegida, contenida y quizá esperanzada.
Ella lo soltó y emprendió retirada. Corrió a cuanto le dieron sus cortas piernas. El atinó a gritarle pero...su garganta no le respondió.El perfume se fué tan rápido como la tarde. Y él, tratando de adivinar su nombre se sentó. Miró al cielo...y derramó una lágrima con la belleza del ocaso...

domingo, 22 de marzo de 2009

Caminar, hoy...

Si las partituras fueron hechas parar ejecutarlas, y sobre todo respetarlas, sería aburrido. Si las órdenes siempre fueran obedecidas, no habría avance alguno. Si no se rompieran los límites jamás seríamos libres. De eso se trata. That’s what i’m talking about…just sing it…loud!.

Si perdiera toda forma de respirar, si intentara morir antes de vivir, para darme cuenta que no he vivido. Si quisiera dar por sentado a los vértices de lo comúnmente aceptado, y salir a caminar de la forma en que yo quiero. Tal vez querrìa pensar en tan solo verlo. En captarlo, en sentir la esencia del aire fresco por los pulmones y atreverme a decir que estoy vivo.

Ya no hay nada que me ataje, hoy quiero vivir. No me interesan los reclamos, hoy voy a sentir. Interponerse sería en vano, traicionarme el verdadero pecado. Inspirarse siempre es bueno, cuando el cambio se asoma y quiere llegar primero. Los vientos ya soplan y no hay quien los detenga, porque aunque todo muera en el intento, siempre va a existir en la memoria.

La valentía es coraje, de creer que todo es bueno, y que las cosas tienen su color, según como las vemos. Algún día moriré, la inmortalidad me es ajena, pero no me interesa. Nada más confiable para mí que mis palabras. No son sabías ni eruditas pero son las mías. Es sobre eso que estoy hablando. Las mariposas vuelan según su tacto, es una mentira de mi biología. Pero puede ser verdad si lo imagino, como tantas veces toleré vivir con el ruido, con el miedo a imaginar.

Ya no me aprisiones, no voy a estallar, ya lo he dicho mil veces, no voy a cesar. Dejame tranquilo, hoy empiezo a caminar.