martes, 2 de agosto de 2011

Fermina

Hace tiempo que no te levanto ni corro a tu habitación a que desarmes tu cara en una sonrisa. Recuerdo tu piel tan suave, tus toallas y perfumes. Extraño escuchar chamameses (o como se escriba) a tu lado y dejar que me lleves dentro de tus ojos a esa retrospectiva que me permitió entenderte y así, abrazarte el alma.
Cómo puedo explicar en palabras lo que me enseñaste. Cómo explicar que alguien casi paralítico te enseñe a amar y a entender que el sacrificio no es sacrificar. No tengo dudas que tu paciencia, (aquella que cuando se quebraba hacía temblar a todos) es la templanza de quienes han vencido adversidades.
Tu vientre formó una familia, y qué familia formó! En tu último adiós material entendí eso, y supe que me dabas la última lección. Todavía siento tus cariños de preferido, todavía sonreís conmigo, todavía tiro de tu silla de ruedas.

Gracias por enseñarme aún a caminar. 

Al tanto

Ya lo dijo Chari en una canción: “La belleza, la belleza cruel”.  Pervertidos somos tratando de ignorar la insuficiencia renal de este mundo.  Insulina que aún no descubrimos pero que ya tiene nombre. Y de ese nombre no es dueño un hombre sino mucho más.
El stress, la ya convencional forma de nombrar nuestra extrema preocupación por la nada hace estragos  en las mentes. Las mentes deben ser verdaderos corazones, no por razones físicas ni fetichistas, simplemente porque deben ser motivadas por el caldo más dulce de todos. Vaya a saber uno cuál es.
Un día pensé en escribir un libro de autoayuda para ayudarme, pero no, decidí vivir y mirar a mí alrededor, mirar mucho para darme cuenta que no veo ni siquiera lo que está en frente de mí. Tan lejano del horizonte y de lo humano, tan cerca de todo.
El amor es lo más lindo que hay, sin dudas. Es lo que por ahora me mantiene al tanto.