martes, 2 de agosto de 2011

Fermina

Hace tiempo que no te levanto ni corro a tu habitación a que desarmes tu cara en una sonrisa. Recuerdo tu piel tan suave, tus toallas y perfumes. Extraño escuchar chamameses (o como se escriba) a tu lado y dejar que me lleves dentro de tus ojos a esa retrospectiva que me permitió entenderte y así, abrazarte el alma.
Cómo puedo explicar en palabras lo que me enseñaste. Cómo explicar que alguien casi paralítico te enseñe a amar y a entender que el sacrificio no es sacrificar. No tengo dudas que tu paciencia, (aquella que cuando se quebraba hacía temblar a todos) es la templanza de quienes han vencido adversidades.
Tu vientre formó una familia, y qué familia formó! En tu último adiós material entendí eso, y supe que me dabas la última lección. Todavía siento tus cariños de preferido, todavía sonreís conmigo, todavía tiro de tu silla de ruedas.

Gracias por enseñarme aún a caminar. 

1 comentario:

Aru dijo...

UF...beso a Fermina.