lunes, 16 de enero de 2012

Pan casero y sueños despiertos

   Es pequeño pero se le atreve al mundo que no conoce. Oscarsito sale casi todas las tardes a recorrer los barrios vendiendo pan casero y no se queja del calor. Ama los animales, principalmente a los perros. En el barrio ya es famoso por encontrar caninos perdidos o por ubicar cachorritos abandonados a su suerte para entregárselo a los vecinos. Oscarsito crea cada tanto mejores familias.

   Hace poco su precaria vivienda (la que habita con su numerosa familia) se quemó casi por completo. Fue en uno de esos incendios que se generan por el intenso calor y la irresponsabilidad de algunos que queman campos para que caiga la lluvia. La solidaridad de otros hizo que de a poco él y su familia vayan remplazando las cosas que habían perdido.

   Lo recuerdo una vez cuando generosamente trajo a mi perro malherido en una carretilla, lo escuchó llorar al costado de un camino y no dudó en auxiliarlo. Lastimosamente fue tarde: el fierrazo en la cabeza liquidó al bóxer camino al veterinario. A pesar de la maldad de la gente Oscarsito cumplió.

   Demás esta decir que los panes caseros que hace su madre son muy ricos. Además son baratos, lo que hace posible que al final del día su canasto quede vacío. Oscarsito no conoce el mundo y mira poca televisión, trabaja desde pequeño y no entiende cuando le hablan del “hombre nuevo” porque para el todo siempre fue igual. La política son solo esos tipos que se acuerdan de la gente cada tanto para luego desaparecer hasta nuevo aviso o campaña electoral.
   
   Se sorprende a veces cuando le paso la mano para saludarlo. No está acostumbrado a que lo saluden como a un igual, mirándolo a los ojos. La sociedad a veces se auto jerarquiza porque puede comprar un pan casero a alguien que “pobrecito” tiene que salir a vender. Quienes suelen rascarse hasta fin de mes (los que se comen los 29) son de algún modo los peores. Oscarsito tiene claro que el trabajo dignifica y que no tiene que avergonzarse por ello, igualmente le gustaría poder jugar al fútbol en la cancha del barrio, pero los vecinitos suelen ser algo discriminadores.
   
   Oscarsito sueña con ser Don Oscar y tener sus propios caballos. Es por eso que trabaja sin descuidar la escuela. Todavía no le llaman la atención las mujeres, pero eso va a ser algo que descubrirá Oscar. Mientras tanto vende pan casero para soñar despierto un mañana mejor.

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